El nombre de las calles.

Hace ya unos días que se habla del cambio de nombres de las calles de Madrid, y tanto los detractores como los que no han saltado a la palestra de los medios de comunicación, redes sociales y otros, para dejar bien claro si están a favor o en contra.

El que suscribe no está por ninguno de los bandos, no se siente ofendido, sin embargo la disputa entre ambos le ha hecho reflexionar sobre el tema. Que una calle exhiba el nombre de un sujeto, no deja de ser un homenaje hacia él. Nuestra historia está plagada de personas que hicieron algo por todos, personas que han conseguido algún logro para la sociedad, independientemente de la época en que lo alcanzara. Si una calle ostenta el nombre Velázquez o de de Blas de Lezo, por ejemplo, me parece muy bien. Que otra lleve el nombre de Palafox del General Castaños, de don Miguel de Unamuno o la de Luis Miguel Dominguín y un largo etcétera de personajes históricos, también. Que conmemoremos el 2 de mayo, la batalla de Covadonga, la de las Navas de Tolosa o la de Bailen, perfecto. Pero que a estas alturas alguien se sienta insultado por retirar de las fachadas el nombre de los vencedores de una guerra civil, una guerra que le ganaron a otros españoles para hacerse con el poder por la puerta de atrás y tener una excusa después para fusilarlos o echarlos del país y convertirlos en apátridas abandonados a merced de los nazis, en mitad de una Europa en guerra, no me parece correcto ni ético. Esas personas mancillaron a su pueblo y no se merecen estar ahí. Que el bando ganador lo hiciera en su época tenía lógica, ganaron la guerra y se acabó. Eso ya no se puede cambiar ni debe intentarse. Que llegada la transición se respetaran aún para no herir sensibilidades, también. Pero cuando ya han pasado tantos años del desastre, cuando ya llevamos casi cuarenta años de democracia, no me parece ni correcto ni políticamente sano seguir manteniendo en las fachadas el nombre de los tiranos. ¿Se imagina alguien una calle a Hitler, a Mussolini o a bin Laden?

imagesMi opinión es que hace falta una revisión histórica en toda regla, pero una revisión hecha por una comisión alejada de intereses políticos. Abrir las tumbas no es tan malo como parece, si luego no nos arrojamos a los muertos a la cabeza y se les otorga a esas personas la dignidad de caídos por su patria, se le reconoce su honor y se coloca sobre sus fosas la bandera de España, que es la bandera de todos, hecho que una parte de la izquierda ha olvidado. Esa bandera ya era de España algunos cientos de años antes de todo aquello, así que si se les exige seriedad a unos, también habrá que exigírsela a los otros.

Hablando de estos temas, no podemos olvidar el Valle de los Caídos, un símbolo del franquismo erigido por el dictador para homenajear a los caídos de su bando. No voy a abogar ahora por su destrucción, eso sería otra atrocidad, un atentado contra la historia. Pero sí deberíamos reconvertirlo en un monumento a todos los caídos, sacar de allí los restos de Franco por no tener la categoría de caído y entregárselos a su familia, Enterrar los de José Antonio en un lugar común junto a otros tan injustamente caídos como él, pero no en un lugar preferencial. En un lugar como ese no debería haber ningún sitio preferente. Se deberían enterrar allí todos los cadáveres que aún yacen en las cunetas sin poner sobre las lápidas de que bando eran, salvo que sus familiares los reclamen, claro está. No se puede mantener a estas alturas un monumento a un dictador en un país democrático y serio. No se da cuenta nadie de que eso no dice nada bueno de nosotros. Hace unos días escribía que la izquierda ha permitido que la bandera de todos los españoles y el himno se los apropiara la derecha, y que debía de hacer algo ya por recuperarla para todos. Pues bien, en la misma línea digo ahora que la derecha ya hace tiempo que debía haberse desvinculado del franquismo, condenar la atrocidad de la guerra y del régimen posterior, desvincular el gobierno y las instituciones de la iglesia, dejar los símbolos religiosos en las iglesias y respetarlos así como a quienes los adoran, y respetar todos aquellos que ya se han convertido en monumento público a lo largo de los años: catedrales, iglesias, pinturas, esculturas, etc. Es hora de empezar un tiempo nuevo desde la sensatez, claro que para ellos hay que dejar abandonados todos los extremos y unir los hombros, sólo así seremos grandes política y económicamente hablando. Pero no arrojándonos los trastos viejos a la cabeza.

Acerca de Marchal-Sabater

Pseudónimo del escritor murciano nacido el 6 de agosto de 1964. En los años ochenta ingresó en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado e inmediatamente fue asignado a los servicios de información, circunstancia que le llevó a ser testigo de numerosos acontecimientos de la transición, en diferentes lugares de la geografía española: País Vasco, Cataluña o Madrid. En algunas de sus novelas refleja parte de ese pasado, describiendo algunos hechos tal y como sucedieron y otros adaptándolos a la trama, sin desvirtuar la realidad. En su currículo cuenta con varios premios literarios, como el del certamen de micro-crímenes de Falsaria 2012 y el 2º premio de relatos cortos organizado por el Ayuntamiento de Lorquí (Murcia), dentro de la celebración de la II Semana Cultural 2013. Autor de: El Valle de las Tormentas; Bajo la Cruz de Lorena; y Oiz 1985. La sombra de la sospecha. Dasha, Epitafio para un extraño.
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2 respuestas a El nombre de las calles.

  1. Araceli X dijo:

    Y PS: Disiento solo en un asunto: Servidora si que demolería el Valle de los Caídos. Por entero. Y pondría un parque con muchos árboles y muchas flores. YO sí. 😉 Date: Fri, 17 Jul 2015 12:44:32 +0000 To: arainfinitum@hotmail.es

  2. Araceli X dijo:

    Caray, qué post.. Tengo una sonrisa sincronizada en los ojos. Gran post, amigo Antonio. Me entusiasma. Un abrazoAraceli

    Date: Fri, 17 Jul 2015 12:44:32 +0000 To: arainfinitum@hotmail.es

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